Volver al origen
Veinte km nos separaban ya de nuestro objetivo, conocer por fin la tierra de mi abuelo, Pannaconi. El mar fue nuestra compañía casi todo el trayecto hasta llegar a un desvío donde el paisaje comenzó a cambiar, pastizales, olivos, casas viejas, montañas... Mientras andábamos las emociones me hacían lagrimear, pensamientos e imágenes se aparecían en mi mente.
Cómo habrá sido este lugar en los años que vivió mi abuelo? Que camino habrá hecho hasta llegar a Génova, el puerto que lo vio partir? En que se habrá trasladado?
Cuantas emociones habrán pasado por su alma... sentir, tal vez, un poco de alivio por salvarse de la guerra y al mismo tiempo tristeza infinita por dejar su tierra, su sangre,su padre, su madre, su familia sabiendo que nunca mas volvería a verlos...
Tardamos un poco en encontrar a esta parte de la familia que sigue viviendo en el pueblo, pero la inmensa amabilidad de su gente hizo que todo saliera perfecto. Pasamos unas horas con ellos tratando de entendernos, aunque el idioma nos distanciaba, las emociones nos comunicaban.
Entre café y charla llegó el momento de despedirnos. Nos abrazamos, nos dimos dos fuertes besos, uno en cada mejilla, lagrimeamos y nos apretamos las manos.
Guardaré en mi recuerdo las manos de todos saludando mientras nos alejábamos, manos que aunque nunca se habían visto, no dudaban que seguirían protegiendo por siempre pedacitos de historias, unas en Argentina y las otras en Italia.
Miles de historias como esta se repiten y casi todas terminan en busca de lo mismo, volver a la tierra, volver a ese sitio que nos da cobijo, volver al origen.
